jueves, 28 de febrero de 2013



Hoy he visto una de esas películas que te marcan. Una de esas que te pensarías seriamente volver a ver otra vez, porque el hecho de que no pudiers apartar los ojos de la pantalla se debía al horror, a la incredulidad...


Es gracioso. Me gustan las películas de Tarantino (ya lo dejé claro en otra entrada). Mucha gente se queja de que son violentas. Yo no voy a negar eso, está claro que hay litros de sangre en ella. Y sin embargo esa violencia no me ha llegado a desagradar tanto como si lo han hecho escenas de esta obra, en las que se me revolvía no el estómago, pero algo mucho más profundo, al mirarlas.



La mujer insecto es una película rodada en 1964. No tengo prejuicios contra las películas en blanco y negro, más bien todo lo contrario, pues recientemente estoy descubriendo algunas muy interesantes. Sin embargo, una piensa -o por lo menos yo lo hacía- que por ser antiguas van a ser más pudorosas, van a prescindir de la violencia y el sexo al que nos tiene acostumbrados Hollywood (aunque violencia y sexo plastificado, de alguna manera, por usar un adjetivo). Sin embargo esta película tenía ciertas escenas que... bueno, que nunca había visto antes en el cine, pero que, desde luego no han sido agradables. Imagino que no es la clase de película que Hollywood hubiera permitido enseñar en su tiempo -y ya no hablemos en España-. Los japoneses no dejan de sorprenderme, definitivamente. Porque, ¿hay cuento más crudo que este que se ha atrevido a narrarnos su director, Shohei Imamura?



Hablando del diredctor, no lo conocía hasta el día de hoy (y que gloriosa entrada ha hecho en mi vida). Pero he estado buscando información sobre él en la red y he encontrado una cita que desde luego me hace entender un poco mejor su particular manera de hacer cine. Dice: 'Estoy interesado en la relación de la parte baja del cuerpo humano así como de la parte baja de la sociedad... Me pregunto qué nos diferencia a los humanos de los otros animales. ¿Qué es el ser humano? Hago películas para buscar la respuesta.'

Pero hablemos de la película en sí. El argumento es sencillo: narra la vida de Tome, una mujer, desde la noche de su nacimiento, un frío invierno de 1918 hasta sus cuarenta y cinco años en 1962. Durante todo ese tiempo la vida en Japón también cambia radicalmente. Se termina el imperialismo, la guerra, la posguerra, los comienzos de la recuperación económica... Sin embargo la vida de Tome es fragmentaria. Un conjunto de crueles anécdotas de las que muchas veces quieres reírte aunque sea para distanciarte un poco, porque verlo todo tan de cerca resulta a veces insoportable. Tome es hija bastarda de unos campesinos rurales pobres como ratas. Ya desde que es una niña pequeña es abusada sexualmente por su presunto padrastro -que también sufre una ligera deficiencia mental-. El resto de la familia, en lugar de condenarlo -que sería lo normal, al menos desde mis ojos occidentales- no solo lo acepta sino que incluso se permiten bromear con ello. Desde ese punto, la vida de Tome irá de mal en peor. Tratada como un objeto sexual literalmente  por todos los que se cruzan en su camino, hombres y mujeres, al final ella misma acabará tomando ventaja de su penosa situación y no perderá la ocasión de hacer con otros lo que ella misma ha sufrido...



Dicen que la película se llama La mujer insecto para referirse metafóricamente al caracter de Tome que, como los insectos, es capaz de adaptarse a cualquier ambiente, por duro que este sea. También quizá porque el mensaje final, terriblemente desalentador, sugiere que la vida es cíclica, y los errores de los padres se transmiten por generaciones, una y otra vez... La histora termina prácticamente igual que como empezó, con un diálogo calcado, y eso es terrible.

¿Qué lugar el concepto de mujer en Imamura? No lo tengo muy claro, pero desde luego nos ofrece el retrato dolorosamente realista de una mujer real. Tan alejado del edulcorado prototipo de Sayuri en Memorias de una Geisha, que es, por otro lado, el prototipo que se suele tener de las mujeres japonesas: bellas, silenciosas, educadas, cultas, delicadas, elegantes... Tome no es nada de eso, aunque la actriz que la interpreta me haya parecido muy atractiva. Y sin embargo, me ha llegado mil veces más, porque he podido empatizar con ella, aunque su personaje llegue a ser ciertamente grotesco en algunas partes.



En definitiva, La mujer insecto es una mirada a Japón que nadie interesado realmente en la cultura del país del sol naciente debería perderse. Honestamente, hay más cosas que Naruto y Memorias de una Geisha para aquellos que quieran saber más... cosas no muy agradables, pero cosas que también están ahí, al fin y al cabo. Cosas que nos echan por tierra todos los estereotipos que nos formamos de aquello que no conocemos.

Además, mientras veía esta película, a la par que horrorizada, no podía dejar de sentirme afortunada y terriblemente feliz de tener la familia que tengo. Quéimportante es aterrizar bien, qué importante...

http://www.youtube.com/watch?v=Ym7Hkvgpw-w

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